No hacía tanto frío; no como en la tarde. Salí de su casa. Ella se quedó con su dolor de cabeza y sus tremendas ganas de dormir.
Cuánta paz sentí al caminar por la calle, cuánta tranquilidad. Estar a solas me permitió decirme a mí mismo que realmente la quiero. Pensé en que nunca antes había sentido tales ganas de que algo durara.
Pedí (pido) que no me falte. Es ella, me dije.
Es ella.
2/10/08
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
no se me aguite señor
esta caminata a las 3 am me parece una mejor microficción que la que llevó al taller
nos estamos viendo
Publicar un comentario