21/11/09

Palabras para Fay

El amigo Rafael Tiburcio se ha sentido desanimado al conocer los resultados en concursos literarios en los que participó. Según su propia boca (o manos, en este caso de los blogs), perdió en seis de estos certámenes. Considero que el verbo “perder” está mal aplicado: en los concursos literarios no hay un ganador y decenas o cientos de perdedores, sólo hay un ganador y ya. Un ganador, es todo; perdedores no.
Además, se preguntaba un hombre sabio hace unos días mientras conversaba conmigo, qué tan bueno es para un artista que su obra dependa de las instituciones, y más las de gobierno; en su opinión, mejor sería ver los concursos o las becas como dinero y no como condición para dedicarse al arte. Sin las becas y los concursos, de todos modos habría arte.
Por lo tanto, el buen Rafael debería sentir que no ganó determinada suma de dinero —no que perdió seis concursos literarios— y seguir alimentando su manera de hacer arte, para, posiblemente después, conseguir algunos pesos gracias a la literatura. No se me ocurren palabras de aliento que dedicarle, yo no hago eso casi nunca. Tal vez aquí se acomode una frase “mía” que repito mucho: “Ánimo, que esto (aunque nos cueste reconocer o aceptar) es una revolución”.