Contador de cuentos, intento de poeta, escultor esporádico, actor de teatro que teme salir al escenario, editor disléxico en un periódico regional, lector muy poco decidido, malabarista de semáforos que le tiene miedo a los autos y por eso nunca se ha animado a vivir de tal oficio. Cuando sea grande quiero ser escritor, y por ahora lo único que sé hacer es convertir alguna piedra en corazón.